Mimizan Plage 1129yohan EspiaubeMimizan Plage 1129yohan Espiaube
©Mimizan Plage 1129yohan Espiaube|Yohan ESPIAUBE

En Mimizan, ¡un otoño para hacerse bien!

En otoño, en las Landas, el océano, los lagos y los bosques cambian de carácter, de color y de olor, pero nos atraen igualmente. Entre los pinos, a pie o en bicicleta, podrá recargar las pilas a cada kilómetro. Frente al océano, podrá recuperar el aliento tras un ajetreado periodo de vuelta al cole y, esté donde esté, podrá compartir estos dulces momentos con su familia para crear recuerdos aún más hermosos cada temporada.

¡Caminando por el Courant!

Ahora que ha bajado la marea, es un buen momento para subir por el sendero del Courant de Mimizan. También se puede caminar por la orilla arenosa para acercarse unos metros al agua, mientras las garcetas se dejan ver regularmente en el horizonte.Las garcetas, muy comunes en otoño e invierno, se reconocen por sus patas delgadas, sus plumas blancas y su pico largo y fino. A nuestro alrededor, el ambiente es tranquilo y la vegetación adquiere sus tonalidades otoñales y ocres. Un poco más allá, un puente cruza el Courant, uniendo las partes norte y sur de la estación balnearia. Crúcelo y tómate un momento para disfrutar de la vista de la corriente: al final del día, la puesta de sol está justo delante de ti, incendiando el cielo. A continuación, vuelva a subir hacia el océano, siguiendo el camino en curva. A la derecha, un nuevo paisaje, un ecosistema raro y precioso: la pradera salada enclavada en el corazón del meandro. Esta zona se ha formado bajo la influencia de las mareas, que levantan parcialmente la corriente. Los juncos marinos y los ásteres hunden aquí sus raíces en la arena y se mecen al ritmo del flujo y reflujo del agua. Unos metros más y podrá divisar el océano y sus olas de cresta blanca en cuanto sople un poco el viento. El paseo termina con todos los sentidos despiertos por los olores de las plantas y el mar.

¿Lo sabía? En la región de las Landas, los pequeños ríos costeros que desembocan en el océano Atlántico y cuyo tramo aguas abajo sigue el movimiento de las mareas se conocen con el nombre de Courant.

Conviértase en el rey de las cabañas en La Mailloueyre

No hay nada como un soplo de aire fresco en el bosque para mantener ocupados tanto a los deportistas como a los curiosos. El sendero de Mailloueyre serpentea entre pinares, pequeños estanques y dunas de arena. Los niños trotan a paso ligero, pero sus mentes agudas y sus ojos perspicaces quedan rápidamente cautivados por las extrañas formas: árboles retorcidos y retorcidos, tan torcidos que resulta difícil trepar por ellos. Pero no hay que lamentarse, hay otro patio de recreo esperándoles. En el bosque hay un montón de ramas, así que sólo tienen que recogerlas y empezarán con buen pie: ¡a construiruna casa en el árbol! Sobre un lecho de agujas de pino, cada uno hizo su aportación, y pronto el refugio fue tomando forma, con historias contadas y por contar sobre este efímero escondite. Continuamos el día en modo aventura en el skatepark de Mimizan: casco, zapatillas y monopatín para intentar algunos trucos en la Ciudad, la Plaza o (para los más experimentados… o temerarios) el bowl, de 3 metros de profundidad. Y para recompensar la perseverancia de nuestros constructores y patinadores en ciernes, remataremos la jornada junto al mar, donde nos esperan los helados ecológicos de Milán. Chocolate, pistacho, fresa y muchos otros sabores conquistarán el corazón y el paladar de los más indecisos. Y tú, ¿eres más de nata montada o sin ella?

A tener en cuenta: el sendero de Mailloueyre atraviesa una reserva biológica y un espacio Natura 2000. Uno de los objetivos de estos sitios es preservar los humedales que constituyen una importante escala para las aves migratorias.

Un aperitivo otoñal con vistas al océano

Bajo un cielo azul otoñal, los niños llevan una hora pasándoselo en grande en la arena de la playa norte: batalla de castillos de arena, sucesivos viajes al pie de las olas para mojar un dedo y llenar una regadera, un partido de fútbol… Pero, de repente, se quedan sin energía: es hora de merendar. Para reponer fuerzas, basta con dirigirse a A Noste, un establecimiento emblemático de Mimizan situado en las dunas y fácil de reconocer por su fachada blanca y su carpintería roja. En A Noste, que significa«casa» en dialecto gascón, nos gusta recibir y lo hacemos de maravilla. Una bienvenida sonriente, una bonita mesa en la terraza o incluso los pies en la arena: enseguida se sentirá como en casa. Los niños han elegido asiento (sin rechistar 😉 y piden a gritos un tentempié: ha llegado la hora de la tentadora carta de repostería. ¿Equipo mousse de chocolate o crème brûlée de vainilla? Para los más golosos, un trío de profiteroles es siempre un éxito. Llega el pedido: todo el mundo se adormece con el sonido de las olas, calentado por unos rayos de sol en la espalda. Es un placer sentarse a la mesa y disfrutar de la comida… ¡pero los postres no se quedan mucho tiempo en los platos!

Sugerencia: A Noste está abierto todo el año, 7 días a la semana y durante todo el día, ofreciendo diferentes menús a lo largo de la jornada. Desayuno continental, tapas y bollería, restaurante o bar: tendrá que volver para probarlo todo y admirar la vista del océano, diferente según la luz de cada momento.